"Somos una nación violenta, con una herencia de venganza sobre ese pasado reciente o remoto, que nos hace intolerantes, como si cargáramos un pesado miedo a morir o de ser víctima de una injusticia; en cada uno de nosotros reside un mártir y un victimario."
El espectáculo desde siempre ha sido factor de distracción para las hordas populares desde los centros de poder. Egipto y Roma nos enseñaron los postulados del fanatismo religioso y deportivo.
La política como epicentro del poder, conllevó a las diferenciaciones ideológicas dividiéndolas en dos mitades: la liberal y la conservadora, en esas dos grandes bandadas de intereses, se ha venido manejando al mundo occidental hasta nuestros días.
![]() |
Colombia, consecuencialmente adepta a la manipulación partidista se vino desangrando por las rebatiñas del poder desde la Independencia; dejando un país en crisis y con latente convalecencia de superación (moral y espiritual), para no decir de desarrollo, porque las fanaticadas de rojos y de azules se alzaron en una guerra fratricida, cuyas consecuencias hoy padecemos.