El Paro es un éxito. El liderazgo del magisterio está a la vanguardia. Nuestro gran poder está en el ejercicio permanente de la razón, de una profunda humanidad.
Decretar un Paro Nacional de Maestros no es fácil. Es una medida extrema —la última—, desesperada, rabiosa, cuando ves atropellada tu dignidad y valoración por lo que haces. Daríamos todo por no llegar a un Paro nacional. Vida o muerte. Es una medida que se toma después de transitar por muchos caminos para la solución de problemas. Es el último recurso. No queremos estar en Paro. Amamos nuestro trabajo. Nos sentimos mejor y más cómodos trabajando. Allí somos felices con el ejercicio de lo humano. Nuestra profesión es eso: una profesión profundamente humana.
Sentimos una rabia infinita por la poca valoración que expresa la sociedad colombiana por nuestra profesión y nuestro campo de ejercicio. Somos unos pobrecitos, muertos de hambre. Estamos hablando de la educación pública, la educación de los más pobres de Colombia. Si, es importante, pero, ¿por qué molestan? ¿por qué piden tanto? ¡Que se callen y que trabajen! ¿En qué país estamos?