Ni Silvia Márquez ni Hortensia Narváez, han podido borrar de su memoria el olor a "hierba a santa"...
En esta casa nací un jueves 4 de mayo de 1961, siendo las cuatro pasadas y bajo una llovizna menuda que cayó todo el día sobre el pueblo. Unos minutos antes de que naciera, Silvia Márquez llegó como mandada de Dios, en el preciso momento en que mi madre sudaba copiosamente y estaba a punto de perder las pocas fuerzas que le quedaban de tanto "pujar".
De la mujer desconocida que ayudó a mi madre en el parto, antes de que Silvia Márquez llegara, nadie en Ovejas supo nada después que nací. Los vecinos que la vieron salir apresurada ese día de la casa en el momento justo en que esta criatura veía por primera vez este mundo, la recuerdan como una mujer delgada y desgreñada de paso menudo y ligero. Ni Silvia Márquez ni Hortensia Narváez, han podido borrar de su memoria el olor a "hierba a santa" que la desconocida dejó impregnado en la improvisada "sala de parto" de paredes de barro y caña brava.
Las dos todavía siguen creyendo que se trató del Dr. José Gregorio Hernández que por casualidad pasaba por allí esa tarde, y que al oír los gritos de mi madre, fue en su auxilio. Sin embargo, cada vez que esta fecha llega, La Vieja Hortensia me dice: " Si no hubiera sido por Silvia Márquez, ya nadie se acordara de ti".
Excelente relato Wilson, me transporte a ese momento justo en el momento que lei estaba lloviznando.
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